Calificamos a las decisiones y/o acciones que tomamos, y que nos llevan a resultados no esperados y no deseados, como errores. La idea que suele estar detrás de esto es que hemos hecho algo “mal”, y eso moviliza sentimientos, a veces muy fuertes, de culpabilidad y vergüenza.
En realidad reproducimos los juicios que socialmente hemos recibido y acabado integrando desde la infancia.
En cuanto a los errores en el trabajo, el hecho de que el entorno los llegue a aceptar ayuda mucho, pero no es suficiente. A veces la voz del el “juez” interno es muy fuerte, e impermeable a ese entorno. En este post voy a tratar más sobre cómo gestionar personalmente los propios errores, para que pueda darse un aprendizaje real. Y cómo un entorno que quiere aceptar los errores, `puede ayudar a las personas a aprender de sus errores. Ser, como se suele decir, una organización que aprende, y por tanto desarrolla el valor del aprendizaje. Necesario para desarrollar la cultura preventiva. Leer más