Escuchar para liderar en seguridad: 7 claves para conversaciones efectivas en un clima preventivo positivo
En el mundo de la prevención, donde cada conversación puede marcar la diferencia entre un entorno seguro y uno vulnerable, la habilidad de escuchar no es un lujo: es una herramienta estratégica. Y, sin embargo, sigue siendo una de las competencias más subestimadas entre los mandos intermedios.
Cuando hablamos de gestionar la seguridad, salud y bienestar en el trabajo, solemos pensar en procedimientos, indicadores, auditorías… pero rara vez en la calidad de nuestras conversaciones. Y es ahí, en ese espacio interpersonal, donde se construye —o se erosiona— la confianza que sostiene cualquier cultura preventiva sólida.
Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre cómo escuchas. No cómo oyes, sino cómo escuchas. Porque escuchar bien no es pasivo: es una acción consciente, intencionada y profundamente humana. Y para ayudarte en ese camino, aquí van 7 recomendaciones prácticas para que tus conversaciones con los trabajadores sean más efectivas, auténticas y transformadoras.
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Escucha con el cuerpo, no solo con los oídos
La escucha activa comienza mucho antes de que alguien diga una palabra. Tu postura, tu mirada, tu expresión facial… todo comunica. Si estás revisando el móvil mientras alguien te habla, el mensaje es claro: “esto no me importa tanto”.
Haz el ejercicio de estar presente. Mira a los ojos, asiente, inclina ligeramente el cuerpo hacia adelante. Hazle saber a la otra persona que estás ahí, con ella, y que lo que dice tiene valor.

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Haz preguntas que abran, no que cierren
Una de las formas más poderosas de escuchar es hacer preguntas que inviten a la reflexión. En lugar de “¿Ya hiciste la revisión del equipo?”, prueba con “¿Cómo fue el proceso de revisión hoy? ¿Encontraste algo que te llamara la atención?”.
Las preguntas abiertas no solo generan más información, sino que demuestran interés genuino. Y eso, en el contexto de la seguridad, puede ser la diferencia entre detectar un riesgo oculto o dejarlo pasar.
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No interrumpas (ni con palabras ni con juicios)
A veces creemos que escuchar es esperar nuestro turno para hablar. Pero si interrumpimos con consejos, soluciones o —peor aún— con juicios, estamos cerrando la puerta a la confianza.
Escuchar implica tolerar el silencio, dejar que el otro termine su idea, incluso si no estamos de acuerdo. Porque solo cuando alguien siente que puede hablar sin ser juzgado, se atreve a decir lo que realmente piensa.

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Valida las emociones, no solo los hechos
En prevención, tendemos a centrarnos en lo técnico. Pero detrás de cada comportamiento hay una emoción. Si un trabajador te dice que tiene miedo de usar una máquina, no lo minimices con un “no pasa nada, está todo controlado”.
Valida su emoción: “Entiendo que te sientas así. ¿Qué crees que podríamos hacer para que te sientas más seguro?”. Escuchar también es acoger lo que el otro siente, no solo lo que dice.
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Escucha para comprender, no para responder
Este es un clásico, pero sigue siendo necesario repetirlo. No se trata de «ganar» la conversación: si alguien gana una conversación, también alguien pierde. Muchas veces, mientras alguien habla, ya estamos preparando nuestra respuesta. Eso no es escuchar, es competir por el turno.
Haz el esfuerzo consciente de entender el punto de vista del otro. Devuelve la esencia del mensaje que escuchaste: “Entonces, si te entiendo bien, lo que te preocupa es que…”. Esa simple frase puede cambiar el tono de toda la conversación.

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Reconoce lo que funciona, no solo lo que falla
En las conversaciones sobre seguridad, solemos enfocarnos en los errores, las desviaciones, los incumplimientos. Pero ¿qué pasaría si también escucháramos para detectar buenas prácticas?
Cuando un trabajador cuenta cómo resolvió una situación difícil, escúchalo con atención y reconócelo. “Eso que hiciste fue muy valioso. ¿Te parece si lo compartimos con el equipo?”. Escuchar también es una forma de reforzar lo positivo.
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Haz seguimiento: escuchar no termina con la conversación
Una escucha efectiva no se queda en el momento. Si alguien te compartió una preocupación, vuelve a preguntar unos días después: “¿Cómo va eso que hablamos el otro día?”.
Ese seguimiento demuestra compromiso, coherencia y respeto. Y, sobre todo, construye una cultura donde las personas sienten que su voz tiene eco.

Escuchar es liderar
En definitiva, escuchar bien no es una habilidad blanda: es una competencia dura, exigente y profundamente estratégica. Porque cuando un mando intermedio escucha con atención, con respeto y con intención, está haciendo mucho más que recibir información: está construyendo cultura.
Una cultura donde la seguridad no es solo un procedimiento, sino una conversación continua. Una cultura donde las personas se sienten vistas, escuchadas y valoradas. Y eso, créeme, es el terreno fértil donde florece la verdadera prevención.
Así que la próxima vez que hables con alguien de tu equipo, hazte esta pregunta: ¿estoy escuchando para responder… o para comprender?
Osarten dinamiza talleres y formaciones prácticas sobre las habilidades de comunicación e influencia y sobre liderazgo en seguridad. Contáctanos y te ayudaremos (Martín Silva 674966441; msilva@osarten.com; Igor López 619288048; iglopez@osarten.com).
Para saber más:
(1) Murphy, Kate. No me estás escuchando. 2020. Aguilar.
(2) Schein, Edgar. The Humble Inquiry. The Gentle Art of Asking Instead of Telling. 2013. Berrett-Koehler Publishers.





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