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Las normas de seguridad y salud que sí ayudan a evitar accidentes y enfermedades

normas de seguridad y salud

La semana pasada, mi compañero Martín Silva trataba en su post la creencia bastante extendida entre algunas personas que que “la seguridad me quita tiempo“. Esta semana voy a centrarme en algunas creencias que las personas manifiestan sobre las normas de seguridad y salud en el trabajo.

Lo que opinan las personas sobre las normas de seguridad y salud

En los últimos 6 años hemos trabajado con diferentes perfiles (directivos, supervisores, trabajadores) las creencias que sobre la SST tenían las personas que trabajaban en la empresa Uno de los aspectos que he explorado en este tiempo ha sido su opinión sobre las normas de seguridad y salud. En la inmensa mayoría de los casos ha habido coincidencias en todos los colectivos:

  • Consideran necesario y bueno que existan normas para un correcto funcionamiento y coordinación entre personas.
  • Consideran necesario que existan normas específicas de seguridad y salud.
  • A pesar de lo anterior, manifiestan que no siempre cumplen con las normas de seguridad y salud.
  • En bastantes ocasiones, manifiestan que las normas de seguridad y salud son principalmente para “la gente de taller”.
  • Con cierta frecuencia, se señala que algunos mandos no son un ejemplo de cumplimiento de las normas de seguridad y salud.

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Los razonamientos y argumentaciones para justificar el no cumplimiento de las normas de seguridad es de lo más variopinto:

  • Muchas personas señalan que para cumplir las normas éstas deben estar “bien puestas”. Al conversar sobre ello, surgen aspectos sobre la participación a la hora de establecer las normas por parte de los colectivos afectados y la imposición de normas por parte de parte de la organización.
  • Algunas personas sólo consideran importantes las normas o limitaciones que están recogidas en la legislación vigente de PRL, aunque tengan carácter de mínimos y otras normas más restrictivas sean más eficientes.
  • En ciertas multinacionales hay normas internas que son de obligado cumplimiento o mandatory. Muchas personas no encuentran sentido a ciertas normas mandatory y terminan siendo algo descafeinado, donde en lugar de cumplimiento se da el “cumpli” + “miento”, para satisfacer ciertos indicadores establecidos por la  Central.
  • Otras veces las normas son percibidas como una exageración.
  • Con cierta frecuencia las normas de seguridad y salud se centran en situaciones de taller, no tanto de aplicación en “oficinas”.
  • En ocasiones las normas de seguridad y salud se perciben como “caprichos” de los profesionales de prevención.

A veces las normas de SST no se entienden

Las normas de SST se establecen por un motivo, pero algunas personas desconocen su lógica y su para qué. Esto, unido a otros factores, favorece que algunas personas empleen su creatividad y busquen formas de saltárselas, encontrando un argumento o un tecnicismo que les permita no respetarlas.

Un sistema de SST basado en normas de SST no es eficaz. Las normas de SST fallan por que no es posible redactar una norma para cada comportamiento en el trabajo. Así, en bastantes ocasiones, se recurre a una redacción ambigua de la norma, no vaya a ser que nos “pillemos los dedos”. Esta misma ambigüedad puede hacer que determinadas personas, en función de las circunstancias, se sientan motivadas y autorizadas a encontrar la argumentación o la justificación que permita saltarse las normas sin temor a las consecuencias.

El caso más absurdo que conozco es una compañía donde la norma era “Llevar puestas las gafas de seguridad” y las personas, efectivamente, llevaban las gafas puestas… a modo de diadema de pelo, pero no protegiendo los ojos de las proyecciones. En esta organización que comento, se admitía esta práctica.

Cuando paso algo así, es habitual que la solución al problema sea modificar las normas o simplemente crear nuevas normas de SST. Con lo cual, la bola de nieve se hace cada vez más grande.

Las normas de seguridad y la cultura preventiva

Hay organizaciones que desean desarrollar la cultura preventiva y para ello definen una serie de normas de conducta o comportamiento relacionadas con la seguridad y salud en el trabajo. En realidad, lo que habitualmente sucede es estos casos es que la organización atribuye los accidentes a la falta de cultura preventiva. Mejor dicho, la organización concluye que los accidentes se deben a comportamientos inseguros asociados a una falta de cultura preventiva. Para corregir estos comportamientos se pone el foco en las normas de SST esperando que las personas las cumplan y que así no ocurran daños a la salud.

Conozco una empresa donde cada vez que existe un problema de seguridad publican una norma de seguridad que es comunicada al colectivo por correo electrónico, whatssap o un cartel colocado en los tablones de anuncios. Han generado tal volumen de comunicados que ni la gerencia, la dirección de producción, el servicio de prevención ajeno o la persona que coordina internamente la PRL saben cuáles son ni cuántas hay.

En mi opinión, en estos casos, más que desarrollar una cultura preventiva positiva lo que se plantea es disponer de una herramienta coercitiva para “corregir” comportamientos inseguros, pero lo que consiguen es imponer una cultura del miedo a la sanción y una cultura de la ocultación.

También conozco otras organizaciones, con cultura preventiva positiva, que han conseguido establecer una serie de normas de seguridad y salud que son respetadas por todas las personas, desde Gerencia hasta el último becario. Estas normas de seguridad y salud suelen redactarse, con frecuencia como un decálogo, bajo el título «Reglas que salvan vidas» o «Reglas de oro».

Las líneas rojas a no traspasar

Las normas de SST nos permiten fijar unos mínimos aceptables, unas exigencias mínimas de comportamiento o condiciones seguras y saludables. Funcionan, garantizando nuestra seguridad y salud y evitando incidentes y accidentes, siempre y cuando, las personas las cumplamos.

Para ello, las normas de SST deben estar bien establecidas. Estar bien establecidas quiere decir que las personas estemos de acuerdo con su contenido y que las personas estemos de acuerdo con el proceso seguido para establecer dichas normas. Es importante notar la diferencia de que “estar de acuerdo” no es lo mismo que “estar conforme”.

Para que las normas de SST estén bien establecidas estas deben ser universales y sostenibles. Es decir, se puede respetar y cumplir la norma por parte de cualquier persona de la organización, en cualquier lugar de la organización, y en cualquier momento, cada día y todos los días.

En ocasiones, solemos establecer normas de seguridad y salud con un espíritu de mínimos. Es frecuente que estas normas  de seguridad y salud se asocien a comportamientos mínimos deseados y esperados por la organización. En ocasiones, al fijar estas normas  de comportamientos mínimos, sin quererlo ni beberlo estamos fijando “máximos”. Ponemos foco es unos determinados comportamientos, que serán los máximos comportamientos seguros y saludables que llegaremos a ver en el día a día.

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Esto ocurre especialmente en organizaciones donde dispone de gestión por competencias y han considerado la seguridad y la salud como una competencia más a desarrollar. Es usual que, asociada a la competencia de seguridad y salud, se definan unos comportamientos demostrativos de dicha competencia. Recuerdo una organización que como comportamiento demostrativo de la competencia había escogido “Ser ejemplo en el uso de los EPI”, y efectivamente todas las personas utilizaban los equipos de prevención en todo momento cuando eran necesarios, y al tiempo era frecuente observarlos anular o puentear dispositivos de seguridad. Claramente, su desempeño en SST no era propio de una persona competente.

Cuando estas normas hacen referencia a comportamientos seguros de las personas, en Osarten nos referimos a ellas como comportamientos NONO: comportamientos que NO son admisibles hacerlos de forma insegura y NO negociables (ni por una vez, ni aunque sea un momento, un minuto).

En muchas ocasiones al implantar normas de SST sin las debidas precauciones, ni con la debida diligencia, lo único que conseguimos es que las personas dejen de creer en la SST, en sus normas o en las personas que las crean, ya sean éstas profesionales de SST, mandos intermedios o personas de la Alta Dirección.

En mi opinión las normas de SST no son perfectas ni infalibles. Pero, al mismo tiempo, entiendo que pueden ser necesarias y si son comprendidas y acordadas con la participación y el compromiso de todos los implicados, será más fácil que sean útiles, se respeten y contribuyan a la cultura preventiva de la compañía.

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