Normas de seguridad y neurociencia (1ª parte)
Muchas organizaciones están preocupadas en relación con sus procedimientos de gestión y la Legislación vigente. A la documentación generada se suman las directrices y normas de seguridad “de obligado cumplimiento” con el fin de “garantizar” comportamientos seguros. Retomamos la serie de posts sobre neuroseguridad, para descubrir que la neurociencia nos da pistas sobre cómo procesa la mente humana las normas de seguridad.
Paradoja del “regulador”
Con cierta frecuencia, escucho quejas sobre «la cantidad de normas que impone la legislación y que la empresa tiene que cumplir». Al mismo tiempo dicha organización establece en sus reglamentos internos, manuales, decálogos, protocolos, instrucciones, etc. una miríada de normas de seguridad que las personas que trabajan en sus instalaciones deben seguir. Habitualmente, una de las partes suele considerar que hay demasiadas normas, mientras que la otra parte suele pensar que «tampoco es para tanto».
Bloqueo “normativo”
Desde el punto de vista de la gestión avanzada de la seguridad y salud en el trabajo, Erik Hollnagel ha señalado que, si todas las personas siguieran o cumplieran con todas las normas, una organización ya no puede funcionar en absoluto (1).
En neuroseguridad es conocido que una vez detectado un riesgo los procesos mentales posteriores, especialmente la valoración y la preparación frente al riesgo, se activan en menor medida si el trabajo es guiado de forma estricta conforma a las normas.
Personalmente, no estoy a favor de eliminar todas las normas, pero al mismo tiempo creo que algunas organizaciones deberían suprimir el automatismo de emplear las normas como solución de todos los problemas de seguridad.
Cambiar de comportamiento duele
Las personas, dentro y fuera del trabajo, viven una relación amor-odio con las normas.
Hay una región del cerebro, la ínsula, donde se registran los estímulos dolorosos y que activa la respuesta de evitar el dolor (2). Esta área juega un papel importante a la hora de desarrollar comportamientos seguros. Simultáneamente, la misma zona cerebral registra el esfuerzo que conlleva adquirir un comportamiento (3), de forma que este esfuerzo se trata de la misma forma que un estímulo doloroso.
“A nivel neurológico hacer el esfuerzo de cambiar un comportamiento tiene el mismo estatus que experimentar dolor”.
De esta forma, una norma de seguridad que pretenda implantar un nuevo comportamiento con el fin de evitar el dolor de un daño a la salud nos produce… dolor, o al menos se estimula las áreas cerebrales que registran dolor.
Poner normas fáciles de cumplir
De forma instintiva, preferimos alcanzar nuestros objetivos, incluidos los de seguridad y salud, con poco o pequeño esfuerzo. Esto se explica por la activación de la ínsula cuando un procedimiento requiere trabajo intenso (4).
Cuando la detección de riesgos es inferior a la media, no nos daremos cuenta de la importancia de cumplir con una norma de seguridad y cualquier esfuerzo para implantarla y cumplirla será percibido como un esfuerzo en balde o una pérdida de energía. Sabemos que hacer algo que requiere de nosotros un alto grado de autocontrol nos da la sensación de que tenemos que emplear mayor energía o esfuerzo (5).
Seguir la norma
Pese a todo lo anterior, una ventaja de las reglas de seguridad es que podemos implementarlas sin emplear demasiada atención, analizarlas o cuestionarlas, simplemente “seguimos” la norma.
En las situaciones directas, con respuesta automatizada, la norma directamente activa el comportamiento. El peaje a pagar es que esta ruta directa automática no activa otros procesos mentales importantes para la seguridad y salud como son la detección de riesgos, la valoración de riesgos y por lo tanto el nivel de preparación para hacer frente al riesgo.
Seguir las normas nos lleva a una zona de confort y a un nivel najo de preparación para reaccionar, si simplemente cumplimos normas estamos menos preparados mentalmente y físicamente para actuar ante peligros súbitos.
Hay más problemas relacionados con las normas de seguridad, pero las reservo para otro post. Si te interesa revisar la gestión que se realiza de las normas de seguridad en tu organización no dudes en contactar con con mi compañero Martín Silva (674966441; msilva@osarten.com) o conmigo, Igor López (619288048; iglopez@osarten.com) y te asesoraremos.
Para saber más:
(1) Hollnagel, E. 2008. Risk+barriers = safety? Safety Science, 46, 221-229.
(2) Ostrowsky, y cols. 2002. Representation of pain and somatic sensation in the human insula: a study of responses to direct electrical cortical stimulation. Cerebral Cortex, 12 (4), 376-385.
(3) Ivanov, I. y cols. 2014. Methylphenidate and brain activity in a reward/conflict paradigm: role of the insula in task performance. European Neuropsychopharmacology, 24 (6), 897-906.
(3) Hsu, M. y cols. 2008. The right and the good: distributive justice and neural encoding of equity and efficiency. Science magazine. 320 (5879), 1092-1095.
(4) Baumaeister, R.F. y cols. 1998. Ego depletion: is the active self a limited resource? Journal of personality and social psychology. 75 (5), 1252-1265.
(5) Gailliot, M.T. et als. 2007. Self-control relies on glicose as a limited energy source: willpower is more than a metaphor. Journal of personality and social psychology. 92 (2), 325-336.
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