Desarrollar la inteligencia del riesgo o cumplir consignas de seguridad
Te propongo unas reflexiones acerca de la cultura preventiva que podemos estar creando, de acuerdo con la forma en la que gestionamos el aprendizaje que está detrás de los riesgos, y por tanto la inteligencia del riesgo.
El riesgo forma parte de la vida
Nuestra existencia en este mundo ha estado y sigue estando llena de riesgos. Es una constante que, en mi opinión, forma parte intrínseca de la vida, en todas sus facetas y actividades.
Pienso que el riesgo cumple un gran propósito, y este es el aprendizaje. Sí, hemos aprendido, tanto individual como colectivamente, al experimentar y exponernos a situaciones de riesgo. De hecho, si nadie nos dijera aquello que supone un riesgo, la única forma de aprender que lo es, sería por exposición al mismo, y sus posibles consecuencias.
Al experimentar las situaciones de riesgo, hemos tenido que desarrollar nuestra creatividad, nuestra capacidad de resolución y de desarrollo de estrategias para resolverlas positivamente. La palabra riesgo está asociada plenamente a la palabra aprendizaje.
Seguir consignas sin pensar o desarrollar el pensamiento
Ahora bien ¿Es necesario sufrir las consecuencias para aprender que algo es un riesgo, cuando ya muchos lo han experimentado antes? ¿Es posible desarrollar una inteligencia, que más allá de las consignas de seguridad, nos permita mantenernos activos frente a los riesgos y tomar decisiones y acciones seguras?
Hoy en día, como dice el Dr. Rob Long (1), estamos llegando a un punto en el que creo que muchas veces promovemos la total aversión o rechazo al riesgo, llamándolo por ejemplo “tolerancia cero” y cosas parecidas. Parecería, que el riesgo se debe rechazar de plano, sin preguntas ni reflexiones. Sin entender que nos quiere enseñar. Sin cuestionamientos. Sin aprendizaje.
Hay una especie de estigmatización del riesgo, y a esto podemos estar contribuyendo, sin darnos cuenta, los profesionales de la prevención, haciendo de esto una cuestión excesivamente técnica, que solo puede solucionarse de forma técnica, y por lo tanto no alcanzable para otros que no están preparados.
No se me entienda mal. Nuestro propósito es ayudar a disminuir las consecuencias dañinas de los riesgos, y en eso llevamos muchos años.
Lo que quiero decir es que pienso que en muchos casos estamos perdiendo la inteligencia del riesgo, en el sentido de que la aversión al riesgo hace que las personas no aprendan lo que este quiere enseñar, y no desarrollen su inteligencia del riesgo. Porque, en mi opinión, los riesgos han de afrontarse de manera inteligente.
La inteligencia del riesgo
La Inteligencia de Riesgo no es lo mismo que la Gestión de Riesgo, la Evaluación de Riesgo, o el Control de Riesgos. En realidad, solamente se trata de lograr que las personas de nuestra organización simplemente miren lo que van a hacer y piensen en lo que podría salir bien o mal, en la probabilidad de que pase alguna de las dos cosas y luego decidan qué es lo que en verdad harán para asegurarse que todo salga bien.
No queremos que las personas en su trabajo sean reacias al riesgo, sin más. Eso simplifica, minimiza la inteligencia del riesgo. Queremos más bien que las personas exploren nuevas formas de hacer las cosas de forma segura, que piensen en las medidas de control más seguras y las escojan, y no tanto que sigan las consignas de forma mecánica, siguiendo instrucciones sin plantearse nada. Queremos que aprendan del trabajo que realizan en el día a día y que sean inteligentes en su relación con los riesgos a los que están expuestos.
En la realidad, estamos poniendo las bases para que se puedan cambiar y mejorar, desde el punto de vista de la seguridad, las tareas, los procedimientos e instrucciones de trabajo, etc.
Equilibrio entre las bases de seguridad “obligatorias” y la inteligencia que busca mejorar la seguridad
Esta inteligencia supone reconocer que algunas consignas son «obligatorias» y al mismo tiempo entender, que estas consignas “obligatorias” normalmente no son suficientes per se. Las consignas obligatorias se necesitan implementar en el contexto de la tarea y de lo que la acompaña. Sobre todo, en aquellas situaciones de los llamados riesgos críticos.
Se trata de que las personas tengan “licencia” para ser creativos y mejorar el trabajo, al mismo tiempo que entienden cuáles son las bases seguras para realizar sus tareas.
Podríamos decir que en algunos trabajos no es tan necesaria la inteligencia del riesgo, y en otros sí que lo es. Por ejemplo, entre estos últimos casos podrían estar labores de mantenimiento, reparaciones, etc. en lugares en los que están solos o prácticamente solos, con posibilidades de incidencias imprevistas, etc. Aun estando de acuerdo que en esos últimos casos es muy necesaria la inteligencia del riesgo, yo lo extiendo a todos los trabajos.
Creo que debemos un respeto y consideración a la inteligencia y a la dignidad humana. A la responsabilidad con respecto a nuestro propio cuidado y el de los demás. Y no nos olvidemos que para desarrollar la cultura preventiva es necesario empoderar a las personas en seguridad y salud, y el desarrollo de la inteligencia del riesgo lo es.
Como punto de partida, vamos a necesitar conocer cuál es la percepción del riesgo de las personas de la organización, que es por la que se guían. A partir de aquí ayudarles a comprender lo que supone cada riesgo, frente a como este es percibido. A obtener el aprendizaje está detrás de él, fomentar la creatividad y la participación en la búsqueda de las soluciones. En definitiva, ayudar a desarrollar personas que van a saber enfrentarse a los riesgos de manera inteligente y autónoma.
¿Qué opinas?
Si quieres mejorar en el desarrollo de la inteligencia del riesgos de las personas de tu organización, no dudes en contactar con mi compañero (Igor López (619288048; iglopez@osarten.com) o conmigo mismo Martín Silva (674966441; msilva@osarten.com) y te podemos ayudar. También puedes ver nuestras formaciones en https://culturapreventivaosarten.com/servicios/formacion-entrenamiento
(1) Rob Long tiene una amplia experiencia y conocimientos en gestión de riesgos y OHS en los sectores de la construcción, minería, gobierno, educación y comunidad. Es miembro del Instituto de Seguridad de Australia y del Colegio Australiano de Educación. Actualmente es director de Human Dymensions Pty. Ltd. Tiene publicados varios trabajos muy interesantes como :Real Risk Human discerning and risk; Tackling Risk, A Field Guide to Risk and Learning; Envisioning Risk; Following – Leading in Risk a Humanising dynamic; Risk Makes Sense Human Judgement; Real Risk Human discerning and risk.
Puedes consultar en la web de humandymensions
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