Historias de Liderazgo en Seguridad y Salud
Compromiso, responsabilidad y ejemplo
Me gustaría contaros una historia que le ocurrió a un amigo prevencionista, que marcó la diferencia en el compromiso del liderazgo en seguridad y salud de la Dirección. Es una de esas historias que producen un salto en la cultura preventiva. Ya que demuestran el compromiso, la responsabilidad y el ejemplo de la Dirección , justo en el momento en que se necesita. En el momento en que el liderazgo tiene la oportunidad de surgir.
Es esta:
Aquella mañana llovía intensamente. El agua se colaba por algunas zonas del tejado de la acería, y poco a poco iban apareciendo charcos en diferentes lugares. Cuando en su paseo mañanero por la planta se acercó al horno de fusión, observó que había bastante movimiento a su alrededor. Mientras se aproximaba, empezó a imaginarse que algo serio estaba pasando, y que seguramente tenía que ver con el agua de lluvia filtrándose. Efectivamente, sus sospechas eran reales, en el foso había humedad y algo de agua, y estaban tratando de eliminarla produciendo calor, quemando maderas provenientes de palets. Había un par de personas en el foso, haciendo esta operación.
El miedo y la rabia le atravesaron inmediatamente, con una fuerza tremenda. ¿Cómo podía ser posible lo que estaba viendo? ¿No daba crédito? Se le vino abajo todo lo que pensaba que se estaba consiguiendo en materia de seguridad y salud. Maldita cubierta, que todavía no se había terminado de reparar, pensó, tratando de buscar la responsabilidad por algún lado. Pero lo que más le sorprendió, era la naturalidad aparente con la que estaban desafiando una situación tan peligrosa. Al verle, las miradas de todos se dirigieron hacia él, y le hicieron regresar a lo que estaba sucediendo.
Trataban de justificar lo que se estaba haciendo. ¡El horno no se puede parar! ¡La pérdida es enorme! ¡Ya se ha hecho otras veces! ¡No es para tanto! ¡La lluvia va a parar! Querían convencerle de que, puesta la situación en una balanza, pesaban más los daños económicos (materiales, tiempo), que la posibilidad de que algo de acero se pudiera derramarse sobre el agua. Él solo veía una bomba en potencia, que podía arrasar con todo lo que pillase por medio, si el acero entraba en contacto con el agua.
Inmediatamente indicó que había que parar, el riesgo era enorme. Le miraban, con cierto asombro, e incomodados por lo que estaba diciendo. No sirvieron de mucho sus palabras, ya que los mandos, secundaban lo que se estaba haciendo, con la subestimación del riesgo. Le decían que ¡No ha pasado antes! ¡Está controlado! ¡Si no se hace así es un trastorno enorme! Se sentía solo. Su autoridad, si es que pensaba que la tenía, se iba cayendo frente a los que realmente si la tenían. Y tenían la posición jerárquica para poder ejercerla.
Podía haber sucumbido a sus cantos de sirena, cerrando los ojos y poniéndose a rezar para que no ocurriera nada. Pero decidió tomar otra alternativa, la única que creía que tenía, y la que sentía que era su responsabilidad, en ese momento. Hablar de forma inmediata con el Director General. Se armó de valor y se dirigió rápidamente a su despacho. Seguía estando cargado de rabia y miedo. Rabia por ver que la seguridad seguía siendo de segundo orden, y la producción se reía triunfante, subestimando los riesgos. Miedo, por un lado por las graves consecuencias que la situación podía desencadenar y por otro, por la respuesta que le pudiera dar el Director General. Confiaba en él, estaba demostrando su apoyo a la seguridad. Pero esta situación era un gran reto, y en ese momento no tenía claro que iba a pasar. Se encomendó a todos los santos.
Se encontraba reunido y le pidió hablar con él inmediatamente, ya que era algo que consideraba urgente. Las personas que estaban con él abandonaron el despacho con cierta perturbación.
Le contó lo que estaba ocurriendo, con la voz entrecortada al principio. Aunque cada vez se fui sintiendo más seguro, conforme expresaba en la forma más auténtica y honesta posible su punto de vista, los sentimientos que le despertaba la situación, y los graves efectos que podía tener para todos. Él me miraba atentamente y con cierta serenidad. Cuando acabó, no me dijo nada y descolgó el teléfono. Llamó al Director Industrial y le pidió que fuera inmediatamente a su despacho, ya que le acababan de informar de una situación que no era tolerable.
Cuando colgó le dijo: ¡Gracias por informarme! Es de mucho valor lo que has hecho, y hace honor a tu trabajo. No eres tú el que me tiene que informar de una situación así, con ese riesgo. Es el Director Industrial. Y la decisión que le voy a indicar que tiene que tomar, la tenía que haber tomado él, sin ni siquiera dudar y menos tener que venir a decírmelo a mí. La seguridad de las personas está por encima de lo demás, y nuestra tranquilidad también.
Se quedó impresionado. No sabía si lo que había ocurrido era un milagro, o era un auténtico golpe de liderazgo de alguien que tiene claro que las personas son lo primero. Le pidió que esperara fuera mientras hablaba con el Director Industrial.
Al salir de su despacho, le vio que estaba llegando rápidamente, y su cara lo decía todo. Pudo escuchar la conversación y cómo el Director General le decía justo lo que le había dicho a él. El Director de Industrial, se intentaba justificar, pero finalmente asentía.
Cuando salieron, ambos le pidieron que fuera con ellos. Juntos se dirigieron a la acería, y en un momento se reunió a todo el personal. El Director Industrial transmitió la decisión de interrumpir el trabajo tomando todas las medidas de seguridad necesarias, hasta que se eliminase el agua, y todo estuviese fuera de peligro. El Director General dijo que lo más importante era mantener la seguridad en todo momento y circunstancia. Y en este caso el riesgo de explosión podía producir daños muy graves incluso mortales. Por lo que no era admisible, bajo ningún concepto, que algunas de las personas que se encontraban allí, quizá no regresaran a casa, si esto sucedía.
Esta historia, según me contó mi amigo, marcó un hito. Era una de esas situaciones en las que el Liderazgo en Seguridad y Salud se la juega, y se respondió con un compromiso firme. El mensaje quedó demostrado con absoluta claridad. Ya no había duda de que la seguridad y salud iban a triunfar, aunque durante el camino surgieran obstáculos. Por fin el liderazgo se asumía por los que tienen la autoridad y la mayor capacidad de influir en sus equipos.
Es posible que tengas alguna historia parecida. No son necesarias situaciones extremas, en pequeñas oportunidades del día a día también se puede demostrar. El Liderazgo en Seguridad y Salud, se ejerce en cada momento y cada situación.
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