Transformando la cultura preventiva: del victimismo a la responsabilidad
Trabajando en la cultura preventiva, a menudo nos encontramos con organizaciones en las que podemos observar una postura que podemos calificar de victimismo por parte de ciertos trabajadores y mandos, respecto a decisiones y comportamientos inseguros. Algo así como:
” me piden que haga tareas. Estas tienen riesgos no resueltos. No mencionan nada de la seguridad. Y a mí no me queda otra que hacerlas”.
La idea de que a pesar del contexto (y de los jefes), uno tiene la posibilidad de elegir el comportamiento que adopta, parece que en estas situaciones se perciben como imposible.
Es verdad que suelen ser situaciones complicadas, en las que hay trabajadores que no se atreven a expresar su disconformidad, y acaban realizando comportamientos inseguros. En muchos casos se sienten impotentes, resignados y víctimas de la forma en la que se usa el poder por parte de sus mandos. Y que los lleva a pensar que podría haber consecuencias si no hacen lo que se les dice.
Es decir tolerar trabajar con riesgos no controlados de una parte y de otra resignarse y aceptar hacerlo, porque no queda otra.
Lo malo es que los trabajadores acaben asumiendo como algo normal la realización de comportamientos inseguros, que los mandos toleran y quizás con su silencio o con mensajes indirectos apoyan.
¿Hay algún culpable de esto?
Estoy obligado
¿Son los trabajadores que no quieren asumir su responsabilidad respecto de su seguridad, y por ello se aferran a una posición de víctimas de la situación?
¿Son los mandos, con sus incoherencias entre pedir producir y a la vez pedir seguridad? Sobre todo en situaciones que, no son compatibles y en las que se niega la posibilidad de cualquier cambio que haga que puedan hacerse compatibles o que prime la seguridad.?
Obviamente el contexto que generan los mandos tiene un gran impacto en los comportamientos de los trabajadores. Si se comprometen de forma rotunda con la seguridad, salud y bienestar de sus equipos, y lo hacen con un liderazgo participativo, transformacional, con foco en las personas, ayuda a que se pueda salir del victimismo. Aumentando el empoderamiento y autoestima de los equipos. En definitiva aumentando la importancia que cada uno le da a cuidarse a sí mismo.
Pero porqué creo que estoy obligado
Pero ¿Por qué a pesar de todo, a veces es difícil que algunos trabajadores dejen de sentir casi como una obligación realizar ciertos comportamientos inseguros?
Encuentro que esto está bastante ligado con la percepción que cada persona tiene sobre su trabajo. En muchos grupos observo que ante la pregunta de ¿qué te aporta a ti trabajar en tu empresa? Suele haber quienes no saben que responder, más allá de que no les aporta nada, dado que realmente trabajan por pura obligación. Porque es una necesidad básica para poder sobrevivir.
No rechazo en absoluto esto, yo creo que también lo he podido pensar y expresar en algún momento de mi vida profesional. Ha sido sobre todo en circunstancias en las que el trabajo o alguna parte de él, me producía una gran insatisfacción y malestar. Y realmente es lo que creo que les pasa a los que contestan de esa manera.
Lo arreglamos mejorando el contexto
¿Es posible arreglar esto tratando de aumentar la satisfacción del trabajador “mejorando” el contexto? Creo que es condición necesaria pero no suficiente. Es algo que ayuda, que facilita, que relaja ciertas resistencias y creencias de los trabajadores, y satisface necesidades legítimas.
Pero aún así creo que hay una parte individual muy importante, que si no cambia, hará que la persona siga aferrada a la insatisfacción, producida por sus propias creencias y actitudes.
Por ello a todos esos trabajadores y también mandos, que me han inspirado este post les digo que es importante diferenciar lo que es una elección de lo que es una obligación. Para que puedan salir del victimismo de” estamos obligados a hacerlo de forma insegura porque la producción tiene que salir. Y si la producción no sale, si no lo hacemos, puede haber consecuencias”.
Un caso
Me acuerdo un taller en una organización en el que trabajábamos temas de percepción, y un trabajador contó algo que hacía de forma insegura. En concreto ponerse en una determinada situación debajo de una carga suspendida de gran peso y volumen, con riesgo para su seguridad. Una de las normas principales en la empresa, de obligado cumplimiento; era la de no situarse debajo de cargas suspendidas
Sin embargo lo llamativo del caso, era que el expresaba que era la única forma de hacerlo. Sus mandos parece que no hacían nada al respecto. Ni decir que sí, ni decir que no. Tan solo la consigna es que hay que hacer el trabajo y también que hay que cumplir las normas de seguridad.
La pregunta que surge es ¿Cómo lo hago?
Es como si no hubiera escapatoria, ya que las dos posibilidades acarrean consecuencias. En este caso, a pesar de que el trabajador valoraba esta acción como de mucho riesgo, la hacía.
¿Porqué?
Se sentía obligado, porque para él su trabajo era una obligación y si no sacaba el trabajo, quizás podría perderlo, ya que era por lo que le pedían cuentas. Por lo tanto no veía que tenía capacidad de elección y por tanto no creía que pudiera asumir la responsabilidad por su seguridad. La necesidad de hacer con su trabajo era más fuerte que la de no hacerlo por cumplir la norma de seguridad. Esto es así ya que la satisfacción de las necesidades domina cómo percibimos las situaciones.
Claro, él lo presentaba como que era una obligación, y por lo tanto se consideraba una víctima que no puede decidir. Es así como lo creía.
Obligación & Preferencia
Sin embargo, solo se puede decir que algo es una obligación cuando hay una imposición del exterior. La mayoría de las decisiones que consideramos obligatorias no lo son, no las podemos llamar así pues son autoimpuestas, en realidad habría que llamarlas preferencias.
Son pocas aquellas cosas que realmente estamos obligados a satisfacer y normalmente afectan a nuestra supervivencia. Respirar, ingerir agua, alimentarnos, dormir, mantener la temperatura, evacuar los residuos y poco más. El resto son nuestras preferencias, deseos y elecciones.
Cuando consideramos que algo en lugar de una elección es una obligación, ponemos en marcha todos los mecanismos de supervivencia porque lo consideramos necesario para seguir vivos. Ponemos toda la carne en el asador para hacerlo.
Asumir la responsabilidad
La clave, en mi opinión, puede ser poner en duda que se trate de una obligación hacer algo inseguro porque hay que sacar el trabajo y así me lo piden. La pregunta puede ser ¿tengo que hacerlo así o prefiero hacerlo por algunas razones o necesidades? ¿Debo hacerlo así o escojo? ¿Se trata de algo que es vital mi supervivencia y por tanto estoy obligado a hacerlo?
De esta forma podemos separarnos un poco del proceso y distinguir que,” no tenemos que”. Si lo hacemos es porque preferimos hacerlo, a no hacerlo Y siempre hay razones, siempre hay paraqués en lo que decidimos y hacemos, absolutamente legítimos.
Resulta bastante valioso proponer cambiar la frase, y en lugar de decir “tengo que hacerlo” decir “en realidad prefiero hacerlo y tengo mis razones” o “elijo hacerlo”, de forma que la persona deje de sentirse víctima y tome responsabilidad.
Podríamos esperar que la persona deje de hacer el comportamiento inseguro, si ya no lo ve como una obligación. Sin embargo no es así. En este caso puede quedar de manifiesto que verdaderamente prefiere hacerlo. Quizás ya se ha convertido en un hábito, un patrón.
Aún y con todo, considero que este proceso es altamente positivo. Ya que al menos sacamos de la ecuación el victimismo, quedando a la luz que era un velo que tapaba lo que estaba de bajo. Es decir una preferencia vestida de obligación.
Sabemos que además la legislación apoya las decisiones de trabajadores ante su disconformidad de realizar tareas con riesgos no controlados. Sin embargo todo lo que he contado está teñido sobre todo de componentes emocionales y no tanto racionales.
Seguro que tú también tienes ejemplos de este tipo de situaciones, que es necesario tratar con cariño para ir transformando la cultura preventiva.
En Osarten podemos prestarte nuestra colaboración para trabajar codo con codo en el desarrollo de la cultura preventiva. Si es así no dudes en contactar con mi compañero Igor López (619288048; iglopez@osarten.com) o conmigo mismo Martín Silva (674966441; msilva@osarten.com).
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