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Cultivando valores para una cultura preventiva 1: normalizar el disentimiento.

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Siguiendo con la línea del post anterior ”Transformando la cultura preventiva: del victimismo a la responsabilidad “, voy a tratar de profundizar en las dificultades que muchas personas tienen a la hora de expresar su disconformidad o negativa con algo, más allá de la influencia que el entorno tiene en ello. Sobre todo ante tareas o decisiones, que comporten riesgos, que pueden dañar la seguridad, la salud o el bienestar.

Observo que no suele ser cómodo disentir ni tratar con personas que disienten. Todavía se nos enseña a obedecer, y una persona que disiente se percibe como una persona conflictiva, problemática, sin educación. Muchas veces asumimos situaciones con las que disentimos (al menos internamente). Y estas pueden ser de todo tipo, incluidas algunas que conllevan riesgos para la seguridad y la salud.

Obligados y resignados a hacer lo que nos pidan

En algunos entornos organizacionales, la obediencia es hasta tal punto un valor, que a veces cuesta no solo decir que no, sino incluso, darse cuenta de que no se está de acuerdo con lo que se nos pide. Y se dice “sí”, porque no sabemos otra manera. El “no” no está entre nuestras opciones, o está en los últimos lugares.

Debido a la educación recibida, y a la cultura reinante en muchas empresas, se viven las demandas como mandatos. Si no estamos de acuerdo, y nos armamos de coraje para decirlo, no suele ser expresado de una manera eficaz, sino cargada de reproches.

La diferencia es amenazante

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Nos molestamos con la persona, por pedirnos algo que “no nos queda otra que hacer”, aunque tenga riesgos. Se percibe muchas veces desde la obligación y la presión. Ya que hacer algo diferente se suele experimentar como una amenaza. Sobre todo si es uno solo el que lo hace.

Recientemente en unos talleres que estamos dinamizando en una organización, un trabajador comentó que el quisiera disentir cuando le mandan hacer una tarea, en la que hay normas de seguridad que debe cumplir, pero los propios recursos que tiene para hacerla le impiden cumplir con las seguridades, sin embargo la hace. “Me negaría si todos los demás también lo hicieran”– comenta. Ya que si es el solo, no quiere ser el diferente y el conflictivo.

Según Margaret Heffernan (1), los grandes errores en las organizaciones no se deben tanto a la falta de información, sino más bien a los reparos a disentir. Esto hace que no haya diversidad de voces.

En materia de seguridad, salud y bienestar necesitamos que haya diversidad de voces para poder avanzar en la cultura preventiva.

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Disentir no es fácil

Disentir cuesta más que no hacerlo. Supone más esfuerzo. No solo por traspasar las propias creencias, sino porque también son creencias compartidas socialmente y el contexto no ayuda. En definitiva es exponerse.

En situaciones que puedan afectar nuestra salud, no debería ser necesario llegar a situaciones extremas de peligro para decir “no” a aquello que se nos pide, si tiene riesgos no controlados.

En realidad, disentir, debería ser algo más habitual y normalizado. Pero para ello es interesante comenzar con noes de baja intensidad, en los que no nos estemos jugando mucho y sea más fácil expresar nuestro disentimiento.

La idea tampoco sería percibir el disentimiento como una lucha entre las partes, como una polaridad, sino desde la interdependencia. Esta mirada puesta en práctica hace que podamos cultivar valores que claramente desarrollan la cultura preventiva. Por ejemplo: la autonomía, la responsabilidad, nuestro propio cuidado y también el cuidado y la consideración hacia los demás, la honestidad, la coherencia, y la interdependencia.

Antes de disentir bucea un poco en tu interior

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Según M. Delgado y M. Madrid (2), para expresar nuestro disentimiento es importante que nos respondamos a tres preguntas:

  1. ¿A qué estoy diciendo “sí” si dijese que “no”?
  2. La parte de mí a la que le cuesta decir no ¿Qué quiere salvaguardar, proteger? ¿Qué está evitando que pierda?
  3. ¿Cuáles pueden ser las necesidades de la otra persona cuando me hace la petición?

La respuesta a la primera nos ayuda a darnos cuenta de las cosas que para nosotros son importantes satisfacer en esa situación. Aquellas por las cuales dentro de mí hay una reticencia a hacer lo que me piden. Las necesidades que cubro disintiendo, y no accediendo a lo que me piden. Y sobre todo los sentimientos que todo esto nos produce.

La segunda pone luz y da valor a esa parte nuestra a la que le cuesta disentir. La que se resiste a hacerlo. Normalmente nos encontramos que lo hace para cuidar algunas cosas que también son importantes para nosotros/as. Para protegernos.

La tercera nos lleva a empatizar con la otra persona. Y estando en su lugar imaginar las necesidades que pueda querer satisfacer esa persona, y que son el motivo por el que nos hace la petición. Y como se puede estar sintiendo con ello.

Con esto estaríamos más preparados y conscientes para expresar la negativa. A la hora de expresarla es importante tener en cuenta utilizar Mensajes Yo. Es decir, hablar desde uno/a mismo/a, expresando los sentimientos y necesidades identificadas en las preguntas 1 y 2. Teniendo en cuenta las posibles necesidades del otro, imaginadas en la pregunta 3. Con una actitud abierta a buscar otra forma de satisfacer las necesidades de la persona que te hace la petición y obviamente las tuyas.

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Un ejemplo

Para verlo con un ejemplo supongamos un comercial de una empresa, Pedro, que tiene que desplazarse por su trabajo en coche con mucha frecuencia. Una compañera, Ana, que trabaja con él, lo llama por teléfono mientras Pedro está conduciendo para preparar con él cómo abordar una reunión que tienen la semana que viene con un cliente importante.  Pedro, anda justo de tiempo para llegar a su destino, mientras recibe la llamada.

Ya ha pasado anteriormente que Ana le llama por teléfono mientras conduce, y no le gusta. Le pone nervioso ya que le distrae mientras conduce. Además tampoco puede concentrarse en la conversación. A pesar de ello trata de ser educado y atiende su llamada sin plantearse otra opción. Pero esta vez decide que le va a decir que no quiere hablar en ese momento.

Veamos cuales puede ser las respuestas a las tres preguntas:

¿A qué está diciendo “sí”, si le dijese que no?

A su seguridad y su cuidado. A estar plenamente en el asunto pudiendo reflexionar y por tanto dar una respuesta consistente. A mantener la atención en la conducción. Sus sentimientos pueden ser de intranquilidad y nerviosismo.

La parte que le cuesta decir que no, ¿Qué quiere salvaguardar?

Sentirse que es una persona educada. Mantener la relación y no crear puntos de conflicto. Profesionalidad al darle una respuesta que aporte.

¿Cuáles son las necesidades de la otra persona?

Podrían ser: Tener clara la estrategia para la reunión. Poder prepararla con tiempo y así usar eficazmente su tiempo. Sus sentimientos pueden ser nerviosismo, tensión, incertidumbre.

Con todo ello podríamos recrear una conversación que tenga en cuenta lo anterior:

Pedro (respondiendo a la llamada): Ana, estoy conduciendo ¿Te importa que hablemos en otro momento?

Ana: Es solo un momento. Es rápido. Te lo cuento resumidamente y me dices que te parece.

Pedro: Me doy cuenta de que esta reunión es importante para ti, al igual que para mí. Que quizás preferirías resolverlo cuanto antes para quedarte tranquila. Y cuando me llamas y estoy conduciendo, pierdo la atención, y me da miedo que no me de cuenta de algo y me pueda accidentar. Además que no puedo concentrarme en lo que me cuentas. Y te voy a dar una respuesta sin pensarlo como se merece, y me voy a quedar mal por ello. Como tu y yo lo consideramos importante, merece tratarlo en otras condiciones en las que pueda estar al cien por cien. No sé si mañana podríamos juntarnos y verlo tranquilamente, ya que yo estaré disponible. ¿Qué me dices?

 En Osarten podemos prestarte nuestra colaboración para trabajar codo con codo en el desarrollo los valores que sostienen una cultura preventiva positiva. Si es así no dudes en contactar con mi compañero Igor López (619288048; iglopez@osarten.com) o conmigo mismo  Martín Silva (674966441; msilva@osarten.com).

Referencias

  1. Margaret Heffernan empresaria, directora ejecutiva, escritora y oradora. Actualmente es profesora de Práctica en la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad de Bath en el Reino Unido.
  2.  “La Comunicación NoViolenta en el trabajo”, 2023. Editorial Acanto. Marta Delgado y Mar Madrid.
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