Comportamientos, normas de seguridad y detección de riesgos
Hace unas semanas comentaba las aportaciones, a la seguridad y salud en el trabajo, de los descubrimientos que se vienen realizando en neurociencia. En este post quiero tratar la detección de riesgos y su relación con las normas de seguridad.
Normas, normas y más normas de seguridad (para algunas personas)
Lo confieso, cada día soy menos fan de las normas de seguridad. Al mismo tiempo, cada vez me encuentro con más organizaciones que pretenden que las personas tengan comportamientos seguros a través de normas; será porque cómo no les funcionan acuden a Osarten en busca de ayuda.
La semana pasada hablaba con un gerente de planta y un responsable de producción que sostenían con vehemencia que “… no hay que dar explicaciones a los trabajadores ni tratar de ver con ellos por qué se dan los comportamientos inseguros, si lo haces se te suben a la chepa. Si hay una norma de seguridad se tiene que cumplir y punto”.
Lo más gracioso o lo más triste, según se mire, de esta conversación es que estas dos personas de la alta dirección de planta tienen equipos de trabajo sin adecuar, desde hace más de 20 años. Ambos consideran que “la obligación de cumplir la normativa legal de seguridad de máquinas no es lo mismo que el cumplimiento de las normas de seguridad”, ya que ellos valoran el riesgo-coste de las medidas y optan por no cumplirlas “si no es favorable y no hay mucho riesgo”. Vamos que en esta organización el cumplimiento de las normas se espera de un determinado perfil de personas.
Me reconocían que las normas no servían para nada porque cuando se proponían sanciones por incumplimiento de normas de seguridad quedaban en suspenso o no progresaban por acción del Comité de Seguridad y Salud o por la acción de RRHH para promover la paz social. A pesar de lo anterior, seguían erre que erre con las normas.
Y así pasan los días en esta empresa, haciendo normas de seguridad y nuevas normas para corregir las normas de seguridad previas… pero las condiciones de trabajo no mejoran, las sistemáticas y procesos de trabajo no mejoran y las personas siguen teniendo accidentes. Se cumple aquello de que es de locos esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo.
Las personas no somos robots
Soy de la opinión de las normas de seguridad debe ser pocas, sencillas, sostenibles y universales. Para que las normas de seguridad funcionen deben de cumplir una serie de premisas que debemos tener claras. Daalmans (1) señala que la seguridad basada en el cumplimiento de normas, procedimientos y protocolos trata a la persona como un “robot” que debe ser programado para seguir las normas que los especialistas en SST han desarrollado y descrito.
Y sin embargo las personas no funcionamos como un robot, ni nuestros cerebros no funcionan como un ordenador. Las personas tenemos la capacidad de ante variaciones de un proceso establecido, valorar la situación, tomar las decisiones oportunas y realizar las correcciones necesarias para desarrollar la tarea encomendada. En todo este proceso mental, se incluyen diferentes mecanismos que contemplan las necesidades de seguridad y salud.
Uno de estos mecanismos es la detección de riesgos. La neurociencia aplicada a la seguridad nos señala que los mecanismos cerebrales de detección de riesgos están relacionados con el cumplimiento sostenible de las normas, en contraposición del cumplimiento de normas por imposición o por el mero cumplimiento.
Neuroseguridad: detección de riesgos
La «detección de riesgos» es la habilidad para reconocer los peligros potenciales de una acción, situación o proceso. Esta habilidad es crucial para desplegar un comportamiento seguro (2)(3), ya que la detección de riegos conduce a darnos cuenta de forma instintiva que ante nosotros hay un peligro que nos acecha. En consecuencia, nuestros instintos hacen que tengamos la necesidad natural de evitar o neutralizar el peligro.
La neurociencia nos dice que cuando nos damos cuenta de un peligro, se activa alguna forma de miedo, el sistema de alerta humano. Los centros cerebrales del miedo disparan una cadena de actividades que promueven la seguridad. Según parece todo comportamiento seguro comienza con la percepción (consciente o inconsciente) de una sensación de inseguridad.
Cuando hablamos de dar forma a los comportamientos seguros, las personas solemos “pensar” en términos que algo algo puede ocurrir o que algo no puede ocurrir. Sin embargo, ante las percepciones humanas, nuestra mente tiende a redondear las probabilidades.
Aquellas cosas negativas con muy poca probabilidad de que ocurran solemos etiquetarlas como que no pueden ocurrir, asumiendo que no sucederán. En el otro extremo, cuando se trata de sucesos de alta probabilidad que ocurran (90-95%) asumimos que sucederán como si la probabilidad fuese del 100%
Peligro | Fuente con un potencial para causar lesiones y deterioro de la salud |
Riesgo para la SST | Combinación de la probabilidad de que ocurran eventos o exposiciones peligrosos relacionados con el trabajo y la severidad de la lesión y deterioro de la salud que pueden causar los eventos o exposiciones. |
Daño | Lesión y deterioro de la salud; efecto adverso en la condición física, mental o cognitiva de una persona. |
Es una forma “digital” de pensar 1 o 0: el daño sucede, 1, o no sucede, 0. Kahnemann (4) señala que a nuestra mente parece que le gusta pensar en términos absolutos, de blancos o negros, cuando hablamos de riesgos. El daño o bien ocurrirá o no ocurrirá. En términos de reacción comportamental, ante un estímulo de alarma o bien reaccionaremos y actuaremos o no reaccionaremos de ninguna forma. Si evaluamos que un daño puede ocurrir, nos anticiparemos y lo prevendremos.
“La detección del riesgo es un activador de comportamientos que se segura de que nos mantengamos en la senda de la seguridad”
Hay diferencias entre la construcción de comportamientos seguros en base al cumplimiento de reglas frente al desarrollo de comportamientos seguros en base a la detección de peligros o riesgos.
Una de ellas es que la detección del riesgo activa todos los procesos naturales de respuesta relacionados con los comportamientos seguros. Dispara los procesos de activación y preparación del cuerpo para actuar en estas situaciones. Se da la ventaja de que en estas situaciones, activadas mediante la detección de riesgos. también podemos seguir las normas de seguridad, pero ya no porque las normas se deban cumplir, sino por que nos damos cuenta de que debemos prevenir un riesgo con el fin de no sufrir un daño.
Procesos cerebrales para la detección de riesgos
El cerebro humano tiene dos procesos completamente diferentes que en conjunto conducen a la detección de riesgos:
- La sensibilidad al peligro es la percepción de estímulos externos que pueden ser asociados con daños; se activa por los sentidos y se asocia con situaciones del momento presente (aquí y ahora).
- La comprensión del riesgo es el reconocimiento de daños potenciales asociados a procesos y acciones; se activa por procesos cognitivos que analizan los fallos y debilidades de los planes y las acciones.
Aunque la «sensibilidad al peligro» y la «comprensión del riesgo» parezcan similares, su mayor diferencia está en los mecanismos de aprendizaje mediante los cuales el cerebro humano los desarrolla.
Pero esto desarrollar estos conceptos lo dejaré para otros posts. Si quieres aplicar los conceptos de neuroseguridada tus iniciativas de seguridad basada en los comportamientos, no dudes en ponerte en contacto con mi compañero Martín Silva (674966441; msilva@osarten.com) o conmigo, Igor López (619288048; iglopez@osarten.com).
Para saber más:
(1) Daalmans, Juni. Human Behaviour in Hazardous Situatios. Best practice safety management in the chemical and process industries. 2013. Elsevier.
(2) Davidse, R.J., Vlakvled W.P., Doumen M.J.A. & de Craen S. Statusonderkenning risico-onderkenning en kalibratie bij verkeersdeelnemers: Een literatuurstudie. 2010. SWoV, R-2010-2.
(3) Horswilla, M.S., Taylora, K., Newnamb, S., Wettona, W. & Hill, A. Even highly experienced drivers benefit from a brief hazard perception training intervention. 2013. Accident Analysis and Prevention, 52, 100-110.
(4) Kahneman, Danel. Pensar rápido, pensar despacio. 2012. Tercera edición. Random House Mondadori.
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